Estas duras
palabras le fueron dichas a un rey que había recibido las mieles abundantes de
la bendición de Dios. El rey Belsasar (nieto de Nabucodonosor) en el antiguo
imperio babilónico, quien estaba en el segundo puesto al mando, pues su padre
se encontraba lidiando con una guerra; no supo aprovechar lo que Dios le había
entregado.
El relato de
Daniel nos narra que este rey cometió algunos pecados que Dios no estuvo
dispuesto a soportar. Si bien, Dios bendice, Él espera que nosotros seamos
sabios a la hora de conducirnos y de manejar lo que nos ha entregado. Dios no
nos da las cosas simplemente por dárnoslas, sino que espera que les demos un
buen uso.