domingo, 2 de octubre de 2016

Vehículo que Dios usa para bendecirme

Aunque la voluntad de Dios no es que todos sus hijos sean ricos, Él sí desea que todos gocen de una vida financiera saludable. Quizás en algunos momentos de nuestra vida Dios permita que pasemos por escasez económica tal como lo experimentaron los apóstoles y demás hombres y mujeres de Dios en la Biblia, pero desde luego que no es su voluntad que SIEMPRE estemos en estas condiciones.

También es cierto que en la gran mayoría de ocasiones los aprietos financieros son ajenos a la voluntad de Dios. Es decir, no es Dios quien los ha planificado para nuestro crecimiento espiritual. Más bien estos conflictos se deben al desacato de las directrices que Dios nos da en su Palabra para que vivamos bajo la cobertura de su bendición.

Es por ello que se tratarán cuatro principios para una vida financiera saludable. Se desarrollarán a partir de cuatro interrogantes:

¿Cuál es el vehículo que Dios usa para bendecirme?
¿Cómo mantener la bendición de Dios?
¿Qué hacer en medio de la escasez?
¿Para qué Dios me quiere bendecir?

En esta oportunidad trataremos ¿Cuál es el vehículo que Dios usa para bendecirme? Desarrollar este interrogante es muy importante porque son muchas las personas que creen que Dios usará cualquier medio para bendecirles sin importar cuál sea.

Por ejemplo, con plena seguridad sé que Dios no bendice a través de los bien conocidos pactos o siembras, como tampoco lo hará a través del chance, el baloto, las rifas; ni mucho menos con oportunidades de negocios que sabemos atentan contra la integridad de la palabra de Dios. Dios no bendice porque tengamos la Biblia abierta en nuestra casa en determinado pasaje, o porque pongamos en nuestro negocio una oración dedicatoria, o porque no faltemos a ningún culto, o porque oremos muchísimo.

Con esto NO quiero decir que no es importante leer la Biblia en casa, que no oremos por nuestros negocios, que no asistamos a la iglesia o que descuidemos nuestra vida de oración. Lo que SÍ quiero decir es que Dios bendice cuando vivimos una vida que le agrada a Él y que usa un vehículo para materializar dicha bendición.

En realidad, no son muchos sino un solo vehículo el que Dios usa para bendecirnos. Creer que hay muchos vehículos es lo que ha llevado a las personas a hacer cosas ridículas y que desagradan al Señor.

Algunas personas en aras de buscar la bendición se van del país, hacen negocios ilícitos, descuidan a sus familias, acuden a los brujos, prestan dinero a interés, buscan al súper pastor “para que los ore”, hablan en todo momento de forma positiva y muchas cosas más.

Pero lo cierto es que el vehículo que Dios usa para bendecir a las personas es EL TRABAJO.

Muchas personas han entendido este principio para una vida financiera saludable y han obtenido muy buenos resultados. Es por eso que vemos a muchos no cristianos sin ningún afán económico. Pero tristemente hay algunos cristianos que no lo han entendido muy bien y desde luego están recibiendo las consecuencias de faltar a este principio.

Sin embargo, un mal entendimiento del principio del trabajo puede ocasionarnos más pérdidas que ganancias. Si quiere mantener el equilibrio y ver cómo Dios lo bendice a través del fruto de sus manos ponga en práctica los siguientes consejos:

La pereza es un mal que aqueja a las personas. Nuestra naturaleza pecaminosa tiende al ocio desmedido. Este fue un problema que vivieron los cristianos de la iglesia en Tesalónica. Algunos de ellos no querían trabajar. Por esa razón Pablo los reprende con estas duras palabras.

La enseñanza de Pablo, es que el trabajo es el medio que Dios eligió para que el hombre se ganara la vida. Asistí a una iglesia durante casi toda mi vida. En ella pude ver muchos cuadros que me dejaron enseñanzas que aún hoy conservo.

No es confesando, declarando ni dependiendo de otros que Dios nos va a bendecir sino renunciando a la pereza y siendo diligentes que materializaremos las bendiciones que Dios nos quiere entregar.

El trabajo honra a Dios y dignifica al hombre. Pero hay muchos trabajadores que no están honrando a Dios en sus labores. Por el contrario, están dejando el nombre de Dios por el piso debido a que no son conscientes de que Dios es el primer receptor de su trabajo. Ellos sólo trabajan para que los vea su jefe.

¡Cómo cambiarían las empresas, los hogares, los colegios, los estamentos del estado y hasta las iglesias si sus miembros hicieran las cosas por y para Dios! Cuando hacemos las cosas por y para Dios, Él se agrada y en consecuencia bendice esa labor.

¿Cómo sabemos que estamos haciendo las cosas para Dios y no para los hombres? Hay tres evidencias que lo demuestran:

a) Lo hacemos de buena gana: la actitud dice mucho del verdadero cristianismo de una persona. Existen cristianos que dejan mucho qué desear con sólo mirar la forma de desarrollar su trabajo. Hay personas que trabajan a regañadientes y así quieren que Dios los bendiga.

b) No necesitamos un policía: si usted necesita que alguien lo controle a la hora de realizar su trabajo, usted no lo está haciendo para Dios. Es por eso que en la actualidad los empleadores han diseñado mecanismos de coerción con el propósito de controlar a sus trabajadores. Marcar tarjeta, eliminar del internet Facebook, YouTube y otras páginas sociales, poner cámaras de video o supervisores sólo para que vigilen que la gente está trabajando son los esfuerzos a los que han tenido que acudir las empresas para poder seguir siendo productivas.

c) No trabajamos por dinero: El objeto de trabajar es mucho más sublime que conseguir dinero, aunque parezca místico. El objeto primordial de trabajar es hacer la voluntad de Dios. Dios quiere que todos (hombres y mujeres) trabajemos pues de esa manera es que este mundo se podrá desarrollar y dominar para la gloria de Dios y como segunda medida para nuestro beneficio.

La manera que Dios determinó que nosotros dominemos, sometamos y hagamos fructífera esta tierra es mediante la bendición del trabajo. Si no hay trabajo, no hay frutos y si no hay frutos no hay Gloria a Dios ni cosecha de los hombres.

La recompensa por este trabajo es la promesa de Dios, pero como siempre, sus promesas materiales son atadas a que hagamos su voluntad. Lo que a mí me compete es trabajar y lo que le compete a Dios es bendecir el fruto de mi trabajo.

Dios ha prometido bendecir el fruto de nuestro trabajo, y si somos diligentes en hacerlo, la bendición será mayor, pero nunca ha prometido una cantidad o valor monetario específico por nuestro trabajo. Eso es lo que le corresponde soberanamente a ÉL como quiere.  Si cumplo con mi parte, estemos seguros que ÉL cumplirá la propia y SIEMPRE nos dará más de lo que merecemos.


Ahora, hay trabajos que a pesar de ser legales no son morales. Esos trabajos no honran el nombre de Dios. Si usted tiene un trabajo que no es moral, DÉJELO. Así le demostrará a Dios que tan comprometido está con su Palabra y cuánto lo ama. No importa que pase por necesidad. Si la llega a pasar esto sería una ofrenda como olor fragante delante de Dios. Pero lo más probable es que Dios le abra una puerta de bendición. ¿Qué trabajos son legales, pero no morales? Les presento algunos principios que nos pueden ayudar para identificarlos:

a) Trabajos en los que tenga que mentir
b) Trabajos que atentan contra la salud de las personas
c) Trabajos que comprometen sus principios cristianos
d) Trabajos que atentan contra el bienestar de su familia

Asegúrese que el nombre de Dios será glorificado a través de su trabajo. ¿Cómo lo hace? Haga todas las cosas como si se las fuera a presentar a Dios.

Trabajar con excelencia es dar entre el 90 y el 100% de la energía, el tiempo y el talento que se tiene en una labor. Lamentablemente, los estudios de psicología organizacional afirman que los empleados promedio dan sólo entre el 30% y el 40% de su verdadera capacidad de rendimiento. Quizás esto se deba a los abusos que hacen la gran mayoría de trabajadores, pero esto no debe ser excusa para el hijo de Dios. Si un hijo de Dios entiende con claridad que está haciendo su trabajo para Dios, será el mejor empleado de su empresa.

¿Cuál ha sido el gran opositor que ha atentado contra la excelencia en el trabajo y en todas las demás áreas de la vida? La cultura del facilismo. Las personas quieren cada vez recibir más dando menos. Con una mentalidad como estas, Dios nunca podrá bendecir a una persona.

Esta cultura del facilismo es lo que ha levantado una generación de mediocres en todas las esferas. Los estudiantes quieren obtener buenas notas con el menor esfuerzo. Algunos deportistas quieren ganar medallas de oro haciendo esfuerzos menores al bronce. Los esposos desean tener buenos matrimonios sin invertir tiempo y esfuerzo en hábitos que los ayuden a crecer. Los cristianos quieren ser santos con una oracioncita de un pastor.

En una ocasión trabajé con quien era mi líder de jóvenes. Cuando me enviaban a hacer algún mandado, yo iba de inmediato y con rapidez. Una vez él se me acercó, y me dijo “Cuando lo manden a hacer cualquier vuelta, demórese un poco más para que el patrón no se la monte tanto”. Este líder no tenía ni la más mínima idea de qué era hacer un trabajo con excelencia.

Ahora, si usted es el dueño de su negocio y quiere que Dios lo bendiga, haga su trabajo con excelencia. Si presta servicios, haga que su servicio sea el mejor en la medida de sus capacidades. Si su negocio es un producto, esfuércese porque su producto cumpla con las expectativas que está ofreciendo.

Si a pesar de estar haciendo todo esto no ve que Dios lo esté bendiciendo, evalúe y considere la posibilidad de innovar su negocio o cambiarlo por otro. Lo que Dios bendijo en un tiempo no significa que sea la única manera de bendecir o que se tenga que casar con este negocio. Cuando Dios quiso que los israelitas tomaran a Jericó les dijo griten, cuando les dijo que tomaran a Hai, les dijo peleen.


Primero trabajamos y después disfrutamos, no es al revés. He visto que frente al disfrute las personas son extremistas:

Algunas personas quieren disfrutar antes de tiempo: esto es un acto de necedad. En ninguna mente razonable cabe que nos endeudemos para ir de vacaciones o para adquirir cosas que no podemos pagar. Alguien dijo: “Muchos fracasos vienen por querer anticiparnos a nuestros éxitos”

Algunas personas no quieren disfrutar: generalmente esta actitud se da por no querer gastar lo que con tanto esfuerzo se ha alcanzado.

Todos los puntos hasta aquí vistos tienen que ver con nuestra vida en la tierra. Esto no significa que no sean importantes. Pero este punto creo que es el más importante. Es valioso que abandonemos la pereza, que trabajemos para honrar a Dios, que hagamos un trabajo con excelencia y que disfrutemos de todas aquellas bendiciones que Dios nos da a través del trabajo. Pero todas esas bendiciones son de la tierra y nada más.

Sin embargo, hay un trabajo que tiene repercusiones eternas. Este es el mejor trabajo que podamos tener. La mejor empresa en la que podamos trabajar, si la pudiéramos llamar así, es el reino de Dios, es la obra del Señor. No nos garantiza recompensas terrenales, pero sí, eternas.

La mayoría de personas trabajan todos los días durante 8 horas laborales para recibir un salario que se gasta con más rapidez de lo que se gana. Algunos tienen que aguantarse jefes injustos y difíciles. Otros tienen que hacer grandes esfuerzos físicos o intelectuales para desarrollar su labor. Mi pregunta es ¿tendrían la misma pasión y disposición para servir en la obra del Señor?

Asegúrese que por todo lo que se preocupa tendrá eco en la eternidad. El mayor engaño que Satanás le ha metido a la iglesia en los últimos tiempos es hacerles interesarse más por lo terrenal que por lo eterno.

Permítame hacerle esta pregunta ¿Está trabajando en la obra del Señor? Dios dice que si usted trabaja en su obra, ese trabajo no será en vano. ¡Algo está haciendo Dios con su trabajo!

¿Qué puedo hacer para trabajar en la obra del Señor?

Quiero asegurarle que Dios lo quiere bendecir. Su propósito es que tengamos una vida financiera saludable.

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