Aunque la
voluntad de Dios no es que todos sus hijos sean ricos, Él sí desea que todos
gocen de una vida financiera saludable. Quizás en algunos momentos de nuestra
vida Dios permita que pasemos por escasez económica tal como lo experimentaron
los apóstoles y demás hombres y mujeres de Dios en la Biblia, pero desde luego
que no es su voluntad que SIEMPRE estemos en estas condiciones.
También es cierto
que en la gran mayoría de ocasiones los aprietos financieros son ajenos a la
voluntad de Dios. Es decir, no es Dios quien los ha planificado para nuestro
crecimiento espiritual. Más bien estos conflictos se deben al desacato de las
directrices que Dios nos da en su Palabra para que vivamos bajo la cobertura de
su bendición.
Es por ello que se
tratarán cuatro principios para una vida financiera saludable. Se desarrollarán
a partir de cuatro interrogantes:
¿Cuál
es el vehículo que Dios usa para bendecirme?
¿Cómo
mantener la bendición de Dios?
¿Qué
hacer en medio de la escasez?
¿Para
qué Dios me quiere bendecir?
En esta
oportunidad trataremos ¿Cuál es el vehículo que Dios usa para bendecirme?
Desarrollar este interrogante es muy importante porque son muchas las personas
que creen que Dios usará cualquier medio para bendecirles sin importar cuál
sea.
Por ejemplo, con
plena seguridad sé que Dios no bendice a través de los bien conocidos pactos o
siembras, como tampoco lo hará a través del chance, el baloto, las rifas; ni
mucho menos con oportunidades de negocios que sabemos atentan contra la
integridad de la palabra de Dios. Dios no bendice porque tengamos la Biblia
abierta en nuestra casa en determinado pasaje, o porque pongamos en nuestro
negocio una oración dedicatoria, o porque no faltemos a ningún culto, o porque
oremos muchísimo.
Con esto NO
quiero decir que no es importante leer la Biblia en casa, que no oremos por
nuestros negocios, que no asistamos a la iglesia o que descuidemos nuestra vida
de oración. Lo que SÍ quiero decir es que Dios bendice cuando vivimos una vida
que le agrada a Él y que usa un vehículo para materializar dicha bendición.
En realidad, no
son muchos sino un solo vehículo el que Dios usa para bendecirnos. Creer que
hay muchos vehículos es lo que ha llevado a las personas a hacer cosas
ridículas y que desagradan al Señor.
Algunas personas
en aras de buscar la bendición se van del país, hacen negocios ilícitos,
descuidan a sus familias, acuden a los brujos, prestan dinero a interés, buscan
al súper pastor “para que los ore”, hablan en todo momento de forma positiva y
muchas cosas más.
Pero lo cierto es
que el vehículo que Dios usa para bendecir a las personas es EL TRABAJO.
Muchas personas
han entendido este principio para una vida financiera saludable y han obtenido
muy buenos resultados. Es por eso que vemos a muchos no cristianos sin ningún
afán económico. Pero tristemente hay algunos cristianos que no lo han entendido
muy bien y desde luego están recibiendo las consecuencias de faltar a este
principio.
Sin embargo, un
mal entendimiento del principio del trabajo puede ocasionarnos más pérdidas que
ganancias. Si quiere mantener el equilibrio y ver cómo Dios lo bendice a través
del fruto de sus manos ponga en práctica los siguientes consejos:
La pereza es un
mal que aqueja a las personas. Nuestra naturaleza pecaminosa tiende al ocio
desmedido. Este fue un problema que vivieron los cristianos de la iglesia en
Tesalónica. Algunos de ellos no querían trabajar. Por esa razón Pablo los
reprende con estas duras palabras.
La enseñanza de
Pablo, es que el trabajo es el medio que Dios eligió para que el hombre se
ganara la vida. Asistí a una iglesia durante casi toda mi vida. En ella pude
ver muchos cuadros que me dejaron enseñanzas que aún hoy conservo.
No es confesando,
declarando ni dependiendo de otros que Dios nos va a bendecir sino renunciando
a la pereza y siendo diligentes que materializaremos las bendiciones que Dios
nos quiere entregar.
El trabajo honra
a Dios y dignifica al hombre. Pero hay muchos trabajadores que no están
honrando a Dios en sus labores. Por el contrario, están dejando el nombre de
Dios por el piso debido a que no son conscientes de que Dios es el primer receptor
de su trabajo. Ellos sólo trabajan para que los vea su jefe.
¡Cómo cambiarían
las empresas, los hogares, los colegios, los estamentos del estado y hasta las
iglesias si sus miembros hicieran las cosas por y para Dios! Cuando hacemos las
cosas por y para Dios, Él se agrada y en consecuencia bendice esa labor.
¿Cómo sabemos que
estamos haciendo las cosas para Dios y no para los hombres? Hay tres evidencias
que lo demuestran:
a) Lo hacemos de
buena gana: la actitud dice mucho del verdadero cristianismo de una persona.
Existen cristianos que dejan mucho qué desear con sólo mirar la forma de
desarrollar su trabajo. Hay personas que trabajan a regañadientes y así quieren
que Dios los bendiga.
b) No necesitamos
un policía: si usted necesita que alguien lo controle a la hora de realizar su
trabajo, usted no lo está haciendo para Dios. Es por eso que en la actualidad
los empleadores han diseñado mecanismos de coerción con el propósito de
controlar a sus trabajadores. Marcar tarjeta, eliminar del internet Facebook, YouTube
y otras páginas sociales, poner cámaras de video o supervisores sólo para que
vigilen que la gente está trabajando son los esfuerzos a los que han tenido que
acudir las empresas para poder seguir siendo productivas.
c) No trabajamos
por dinero: El objeto de trabajar es mucho más sublime que conseguir dinero,
aunque parezca místico. El objeto primordial de trabajar es hacer la voluntad
de Dios. Dios quiere que todos (hombres y mujeres) trabajemos pues de esa
manera es que este mundo se podrá desarrollar y dominar para la gloria de Dios
y como segunda medida para nuestro beneficio.
La manera que
Dios determinó que nosotros dominemos, sometamos y hagamos fructífera esta tierra
es mediante la bendición del trabajo. Si no hay trabajo, no hay frutos y si no
hay frutos no hay Gloria a Dios ni cosecha de los hombres.
La recompensa por
este trabajo es la promesa de Dios, pero como siempre, sus promesas materiales
son atadas a que hagamos su voluntad. Lo que a mí me compete es trabajar y lo
que le compete a Dios es bendecir el fruto de mi trabajo.
Dios ha prometido
bendecir el fruto de nuestro trabajo, y si somos diligentes en hacerlo, la
bendición será mayor, pero nunca ha prometido una cantidad o valor monetario
específico por nuestro trabajo. Eso es lo que le corresponde soberanamente a ÉL
como quiere. Si cumplo con mi parte,
estemos seguros que ÉL cumplirá la propia y SIEMPRE nos dará más de lo que
merecemos.
Ahora, hay trabajos
que a pesar de ser legales no son morales. Esos trabajos no honran el nombre de
Dios. Si usted tiene un trabajo que no es moral, DÉJELO. Así le demostrará a
Dios que tan comprometido está con su Palabra y cuánto lo ama. No importa que
pase por necesidad. Si la llega a pasar esto sería una ofrenda como olor
fragante delante de Dios. Pero lo más probable es que Dios le abra una puerta
de bendición. ¿Qué trabajos son legales, pero no morales? Les presento algunos
principios que nos pueden ayudar para identificarlos:
a)
Trabajos en los que tenga que mentir
b)
Trabajos que atentan contra la salud de las personas
c)
Trabajos que comprometen sus principios cristianos
d)
Trabajos que atentan contra el bienestar de su familia
Asegúrese que el
nombre de Dios será glorificado a través de su trabajo. ¿Cómo lo hace? Haga
todas las cosas como si se las fuera a presentar a Dios.
Trabajar con
excelencia es dar entre el 90 y el 100% de la energía, el tiempo y el talento
que se tiene en una labor. Lamentablemente, los estudios de psicología
organizacional afirman que los empleados promedio dan sólo entre el 30% y el
40% de su verdadera capacidad de rendimiento. Quizás esto se deba a los abusos
que hacen la gran mayoría de trabajadores, pero esto no debe ser excusa para el
hijo de Dios. Si un hijo de Dios entiende con claridad que está haciendo su
trabajo para Dios, será el mejor empleado de su empresa.
¿Cuál
ha sido el gran opositor que ha atentado contra la excelencia en el trabajo y en
todas las demás áreas de la vida? La cultura del facilismo. Las personas
quieren cada vez recibir más dando menos. Con una mentalidad como estas, Dios
nunca podrá bendecir a una persona.
Esta cultura del
facilismo es lo que ha levantado una generación de mediocres en todas las
esferas. Los estudiantes quieren obtener buenas notas con el menor esfuerzo.
Algunos deportistas quieren ganar medallas de oro haciendo esfuerzos menores al
bronce. Los esposos desean tener buenos matrimonios sin invertir tiempo y esfuerzo
en hábitos que los ayuden a crecer. Los cristianos quieren ser santos con una
oracioncita de un pastor.
En una ocasión
trabajé con quien era mi líder de jóvenes. Cuando me enviaban a hacer algún
mandado, yo iba de inmediato y con rapidez. Una vez él se me acercó, y me dijo
“Cuando lo manden a hacer cualquier vuelta, demórese un poco más para que el
patrón no se la monte tanto”. Este líder no tenía ni la más mínima idea de qué
era hacer un trabajo con excelencia.
Ahora, si usted
es el dueño de su negocio y quiere que Dios lo bendiga, haga su trabajo con
excelencia. Si presta servicios, haga que su servicio sea el mejor en la medida
de sus capacidades. Si su negocio es un producto, esfuércese porque su producto
cumpla con las expectativas que está ofreciendo.
Si a pesar de
estar haciendo todo esto no ve que Dios lo esté bendiciendo, evalúe y considere
la posibilidad de innovar su negocio o cambiarlo por otro. Lo que Dios bendijo
en un tiempo no significa que sea la única manera de bendecir o que se tenga
que casar con este negocio. Cuando Dios quiso que los israelitas tomaran a
Jericó les dijo griten, cuando les dijo que tomaran a Hai, les dijo peleen.
Primero
trabajamos y después disfrutamos, no es al revés. He visto que frente al
disfrute las personas son extremistas:
Algunas personas
quieren disfrutar antes de tiempo: esto es un acto de necedad. En ninguna mente
razonable cabe que nos endeudemos para ir de vacaciones o para adquirir cosas
que no podemos pagar. Alguien dijo: “Muchos fracasos vienen por querer
anticiparnos a nuestros éxitos”
Algunas personas
no quieren disfrutar: generalmente esta actitud se da por no querer gastar lo
que con tanto esfuerzo se ha alcanzado.
Todos los puntos
hasta aquí vistos tienen que ver con nuestra vida en la tierra. Esto no
significa que no sean importantes. Pero este punto creo que es el más
importante. Es valioso que abandonemos la pereza, que trabajemos para honrar a
Dios, que hagamos un trabajo con excelencia y que disfrutemos de todas aquellas
bendiciones que Dios nos da a través del trabajo. Pero todas esas bendiciones
son de la tierra y nada más.
Sin embargo, hay un
trabajo que tiene repercusiones eternas. Este es el mejor trabajo que podamos
tener. La mejor empresa en la que podamos trabajar, si la pudiéramos llamar
así, es el reino de Dios, es la obra del Señor. No nos garantiza recompensas terrenales,
pero sí, eternas.
La mayoría de
personas trabajan todos los días durante 8 horas laborales para recibir un
salario que se gasta con más rapidez de lo que se gana. Algunos tienen que
aguantarse jefes injustos y difíciles. Otros tienen que hacer grandes esfuerzos
físicos o intelectuales para desarrollar su labor. Mi pregunta es ¿tendrían la
misma pasión y disposición para servir en la obra del Señor?
Asegúrese que por
todo lo que se preocupa tendrá eco en la eternidad. El mayor engaño que Satanás
le ha metido a la iglesia en los últimos tiempos es hacerles interesarse más
por lo terrenal que por lo eterno.
Permítame hacerle
esta pregunta ¿Está trabajando en la obra del Señor? Dios dice que si usted
trabaja en su obra, ese trabajo no será en vano. ¡Algo está haciendo Dios con
su trabajo!
¿Qué puedo hacer
para trabajar en la obra del Señor?
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